El director es bueno al describir este museo de la carne como una especie de extraña moneda de peep show. Las atracciones son invisibles, ocultas en las sombras, como marionetas sin vida, luego basta con cerrar el ojo de buey de la puerta para devolverlas a una vida de supuesta libido sexual. Especie de teatro, donde se confunden los materiales orgánicos.