Unos bandidos asesinan al Sr. Duvall cuando intentan robar los títulos de propiedad de su mina. Todas las culpas recaen sobre el vigilante Clark Harrison, quien es acusado por los auténticos criminales durante el juicio. Tras pasar cinco años en la cárcel por un delito que no ha cometido, Harrison recupera su libertad con la única idea de vengarse de los que le metieron entre rejas.