Durante un paseo por los acantilados no lejos de Marsella, Elisa Langerot ve a su marido resbalar y caer hasta morir. Inexplicablemente, Elisa huye del lugar del accidente, detiene a un conductor que pasa y le cuenta una historia inventada sobre un automóvil robado, ocultando la muerte de su esposo. Sintiendo pena por la niña, el conductor, Philippe Morçot, la lleva y luego la deja quedarse en su casa. La buena acción, sin embargo, no queda impune, y pronto Philippe se ve arrastrado al mundo crepuscular de fantasías, mentiras y paranoia de Elisa.