"El origen de esta historia fue cuando mi hija, que tenía 16 o 17 años, decidió dejar el hogar para conocer el mundo, sin ningún plan trazado. Quizás porque me estaba empezando a hacer viejo, la sola idea me aterraba: mi hija a merced de este mundo salvaje y violento. En una conversación abierta con Erika, tuve que relegar mis temores personales, ella tenía el derecho a tomar sus propios riesgos. En ese momento me di cuenta que había puesto parte de mi espíritu en mi hija" -- Robert Kramer