En los últimos años, una nueva generación de príncipes ha llegado al poder en las monarquías productoras de petróleo más ricas del mundo: Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Mientras que sus predecesores mantuvieron una relación cordial entre los tres Estados, los príncipes se han convertido en rivales acérrimos, compitiendo entre sí por todo, desde deportes y cultura hasta armamentos. Su creciente rivalidad amenaza a una región ya desestabilizada por años de conflicto.