Hace mucho tiempo existió en Ocotlán una niña que podía hacer llover mientras bailaba y vestía su lanilla blanca. El pueblo vivía una época de abundancia, hasta que los duendes: El Chivato y la Mulata la corrieron por envidia. La mujer de la lanilla llegó a San Juan Yucuita y dicen que desde ese momento la gente lleva flores al cerro para agradecerle a la mujer sus abundantes cosechas. Mientras que Ocotlán quedó con poca agua. Así lo contamos los chocholtecos.