Cajal ha terminado sus memorias y recibe carta de Birchoski contándole hechos acaecidos con la llegada de Hitler y pidiéndole gestione asilo político. Recuerda cuando conocía a Silveria en 1879: tras varios días de observarla se decidió a seguirla y formalizan sus relaciones viéndose en presencia de la madre. Se casan muy temprano y a la ceremonia asisten Pedro, el hermano del novio, y la madre de la novia. Comienza a investigar en su nueva casa y hace el primer descubrimiento (la presencia de plaquetas en la sangre de un batracio), para cuya publicación emplea los ahorros de su esposa (destinados a la compra de visillos) y lo obtenido con la venta de emulsiones ideadas para placas fotográficas. Con motivo de los comentarios universitarios sobre esta publicación, Don Justo visita al matrimonio (su esposa ya lo había hecho). Le recrimina que investigue en solitario. Le aconseja se presente a oposiciones de cátedra para poder vivir e investigar.