Finales del siglo XV. Heredera de un imperio que empezaba a formarse, una mujer bella, culta, inteligente y según parece también, bien dotada para la música, Juana de Aragón y Castilla, la segunda hija de los reyes católicos de España, pasó a la historia con el cruel apelativo de "Juana la Loca". Se lo ganó después de cometer actos tan desmesurados como, por ejemplo, velar por espacio de 19 años el cadáver de su marido. Así y todo, para los historiadores, la locura de Juana era una locura muy específica, porque provenían de un gran amor, que ciertas circunstancias transformaron en locura.