Preocupado por las pistas sobre sus orígenes, David está decidido a quedarse en Mouthe. Pero el suboficial Louvetot, sordo a sus corazonadas, le ordena que deje de interferir en la investigación. David encuentra una mejor aliada en Nicki, la cantante del bar Les Flocons, que enseguida se deja seducir por su carácter caprichoso. Sus sospechas se dirigen hacia el bibliotecario del pueblo, un joven obsesivo apasionado por la historia del arte. El asesino ataca de nuevo.