Louvetot empieza a creer que las hipótesis de David no son tan descabelladas. Sigue la pista de la mediateca, que le conduce, al igual que a David, al monasterio. Pero su sospechoso resulta ser inocente, y Louvetot es apartado del caso. Mientras tanto, Aurélie Poulidor, la profesora de francés que tanto admira a David Rousseau, recoge los últimos trabajos escritos de sus alumnos. Uno de ellos es especialmente sorprendente.