Un día, el Dios del Destino de la Tierra y el Dios Principal de Galdardia hicieron una apuesta. El Dios del Destino perdió, y eligió diez almas mediocres para entregar. A esas diez almas, el Dios Principal de Galdardia les entregó nuevos recipientes. Entre esas almas mediocres había un asalariado que luchó contra su destino de muerte. ¿Cómo crecerá este hombre a partir de ahora? Ni el Dios del Destino, ni el Dios Principal de Galdardia, ni siquiera el propio autor lo saben.