El Earth Eleven está sufriendo a las manos de Ogar y compañía, cuyo juego duro no muestra signos de ir a parar. Pero sabiendo que el destino de la gente de la Tierra depende de ellos, aprietan los dientes y resisten. Tras un rato, la frustración de no estar llegando a ninguna parte se cobra su precio y empiezan a aparecer grietas en la capacidad de Arion y los suyos para jugar como equipo.