Mike les regala a todos los muchachos sus propios triciclos a la deriva, con una condición: deben personalizarlos y luego competir con ellos en la pista local. Todos están a la altura del desafío. Todos excepto Kevin, y Mike tiene que hacer todo lo posible para asegurarse de que su triciclo esté listo. Cuando Danny sale a la calle y se encuentra con una propiedad llena de autos funerarios, se encuentra en el paraíso de los coches fúnebres.