Escondida bajo la isla de Okinawa quedan los restos de una de las estructuras defensivas más letales de la segunda guerra mundial, más de 95 kilómetros de túneles y fortificaciones diseñadas por los japoneses para convertir la isla en una zona de matanza. Búnkeres ocultos, cuarteles generales subterráneos, emplazamientos de artillería impenetrables y un intento fanático del ejército de luchar hasta la muerte que hace que la la lucha por avanzar cada centímetro de la isla sea una auténtica matanza. Esta es la historia de la megafortaleza japonesa.