Siete pequeñas provincias en una superficie parecida a la de Cataluña. Los españoles, que los gobernaban duramente, les llamaban los "tacaños", por su costumbre de trabajar sin descanso y vivir sin lujos. Pero las Provincias Unidas, que luego se convirtieron en Países Bajos, se liberarían del control español con una larga y sangrienta lucha, al mismo tiempo que se iban definiendo como un país rico, ordenado y tolerante.