En un país hasta entonces olvidado, pese a la vecindad de los grandes imperios, comenzó la historia de Roma. Uno sociedad arcaica, gobernada por reyes y patriarcas, se convertiría en una república de hombres que parecían hechos para vencer en cualquier parte, y finalmente, en un inmenso imperio que dejó sus huellas desde las arenas africanas a las nieves del norte.