Annabeth intenta encontrar pruebas y un móvil para poder condenar a una mujer, madre de cuatro hijos, por el asesinato de su marido. Cuando el abogado de la defensa descubre la débil evidencia que tiene Annabeth contra su cliente, alega que el asesinato fue en defensa propia, porque el marido, un psiquiatra, estaba usando hipnosis para manipular a su familia. Conlon ordena a Annabeth y Maureen que sean lo más agresivas posible después de que la acusada despidiese a su abogado y optase por defenderse ella misma. Durante el juicio interrogará a sus propios hijos que experimentan sentimientos encontrados.